Por fín ha llegado el día.
9 de Octubre del 2.005.
No me siento las piernas, salimos temprano, la idea es conducir sin prisa hasta Castejón de Sos, despues de dos días de extres con las maletas al final opto por dejar a Rafi que organice el equipaje, como siempre, nunca se olvida nada, al arrancar el coche me invade un sentimiento de felicidad dificil de describir, el viaje transcurre sin problemas con las preceptivas paradas etc. etc.
Paula me sorprende agradablemente, no ha dado ni un ruido, no se ha mareado, la única pega ha sido la carretera final, nada más dejar la autovia, Rafi se pone nerviosa, ya que tiene que mirar los coches que vienen detras más los que se aproximan de frente, conforme nos acercamos a Barbastro la carretera es cada vez más estrecha, (típica carretera de montaña) de alta montaña, el paisaje es alucinante, yo daltónico de toda la vida, alucino con la amplisima gama de verdes, hasta los baches de la carretera me gustan, atravesamos valles, tuneles, por momentos no se vé el cielo, solo paredes de piedra sin fín a ambos lados del coche, y de pronto, toooma!!, un camión que parece le van ha hacer falta tres carreteras como esta para pasar, Rafi no para de frenar, aún sin consegir nada, en fin nunca le ha gustado esto del coche. Al pasar el camión como por arte de magia, sin rozarnos siquiera, aparece la señal del desvio a Castejón.
Olé, ya estoy aquí, y nada más atravesar el puente veo dos parapentes bajando en barrena, esto promete, jejejeje.
La villa, con 352 habitantes, se divide en dos zonas; el casco antiguo al norte y la parte nueva al sur, divididas por el Ral, calle principal. De la parte antigua destaca la iglesia, edificio del s. XVII con portada flanqueada por pilastras estriadas y coronada por arco bajo frontón triangular. La parte nueva de la Villa cuenta con buen número de servicios y es un importante centro para la práctica del parapente.
Llegamos al hotel a eso de las 18:30 horas, y tras descargar las maletas, y recorrer el hotel, nos damos un paseo por el pueblo, tengo que reconocer que aún no me lo puedo terminar de creer, mi hija Paula si empieza ya a poner caras raras, el pueblo es apenas una calle con 500 metros de largo y poco más de 40 ó 50 de ancho, localizamos el local de la escuela de parapente, y nos volvemos al hotel, cenamos y poco más, a dormir que ha sido un viaje muy largo.
Yo no pego ojo en toda la noche, en mis paseos de la cama a la terraza a fumar, se empieza a fraguar un mal presagio, ha empezado a llover.
http://www.hotelpirineos.es/
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